Nelson Mandela ha sido una figura única en la escena internacional: un hombre de serena dignidad y hazañas descomunales, un coloso de la justicia y una fuente de inspiración para todos por su sencillez y gran talla humana.
Me entristece profundamente su fallecimiento. En el nombre de las Naciones Unidas, hago llegar mi más sentido pésame al pueblo de Sudáfrica y, en especial, a su familia y seres queridos. Somos muchos quienes en todo el mundo nos hemos visto sumamente influenciados por su abnegada lucha en favor de la dignidad humana, la igualdad y la libertad. Dejó su impronta en nuestra vida de formas profundamente personales. Asimismo, nadie de nuestros tiempos ha contribuido tanto como él a hacer avanzar los valores y las aspiraciones de las Naciones Unidas.
Nelson Mandela consagró su vida al servicio de su pueblo y de la humanidad, a costa de un gran sacrificio personal. Su actitud, fiel a sus principios, y la altura moral que la sustentaba fueron decisivas para echar abajo el sistema del apartheid.
Es de admirar que tras 27 años de detención no albergara rencor sino la férrea determinación de construir una nueva Sudáfrica fundada en el diálogo y la comprensión. La Comisión para la Verdad y la Reconciliación creada por iniciativa suya sigue siendo un modelo para conquistar la justicia en las sociedades que cargan con un legado de abusos de los derechos humanos.
En los decenios que duró la lucha contra el apartheid, las Naciones Unidas apoyaron incesantemente a Nelson Mandela y todos los sudafricanos que eran víctimas de un racismo y una discriminación implacables. Su intervención en 1994 ante la Asamblea General en calidad de primer Presidente elegido democráticamente en una Sudáfrica libre fue un hito trascendental. La Asamblea ha declarado el 18 de julio, día de su nacimiento, “Día Internacional de Nelson Mandela”, conmemoración anual con la que reconocemos y nos proponemos perpetuar su contribución a promover una cultura de paz y libertad en todo el mundo.
Tuve el privilegio de conocer a Nelson Mandela en 2009. Cuando quise agradecerle la gran labor que había hecho a lo largo de su vida, insistió en que el mérito no era suyo. Me conmovieron enormemente su generosidad y su profunda convicción de que compartimos un destino común. Nelson Mandela nos hizo ver lo que el mundo y cada uno de nosotros podemos conseguir si creemos, soñamos y trabajamos codo con codo.
Sigamos dejando que el ejemplo de la que fue su vida y su determinación de no dejar de luchar por un mundo mejor y más justo nos sirvan de inspiración cada día.