Costa Rica, 23 de septiembre de 2024
Noelia Esquivel Solano de 28 años, periodista costarricense, ha dedicado su carrera a garantizar el acceso a la información en las comunidades rurales de Costa Rica. Convencida de que la información es un derecho fundamental, ha trabajado incansablemente para democratizar el conocimiento sobre los derechos comunicativos y empoderar a las personas. En esta entrevista, comparte su visión sobre el papel de los periodistas en la construcción de sociedades más justas.
Más bien han sido una cadena de vivencias las que han construido mi mirada social, que por cierto ha ido mutando con el tiempo. Pero sin duda, tuve un gran despertar en mi etapa universitaria donde desde el privilegio de la educación de calidad, pública y gratuita, fui moldeando con mayor intención mi contribución profesional y personal a la sociedad.
Para mí fue sumamente valioso recibir no solo mi formación “técnica” en ciencias de la comunicación, sino también tener el espacio de la enseñanza humanística de la mano de docentes altamente comprometidos con la lucha social y con un mundo más igualitario, humano e incluyente.
¿Cuáles han sido los momentos en los que has sentido mayor esperanza o satisfacción en la lucha de la defensa de los derechos de libertad de expresión? ¿Qué logros te hacen sentir orgullosa?
La información no es de las instituciones, sino que le pertenece a las y los ciudadanos. Por eso, me emociona mucho cuando tengo la oportunidad de contribuir a cerrar las brechas del conocimiento sobre los derechos comunicativos entre las comunidades y la academia e institucionalidad pública.
Con esto me refiero a que el conocimiento sobre estos derechos, como lo son el de la libertad de expresión, derecho a la información y acceso a la información pública, nos pertenecen a todas las personas, pero en la práctica nos falta mucho trabajo como sociedad para que todas las regiones y todas las personas, independientemente de su edad, nivel educativo y económico, por ejemplo, puedan hacer hacerlos valer.
Desde mi trabajo como periodista en una región rural de Costa Rica, he podido propiciar y participar en espacios donde ese conocimiento se comparte y así, entonces, se expande.
¿Qué acciones concretas has llevado a cabo para defender el derecho a la libertad de opinión y expresión?
Creo que pueden verse como micro-acciones, pero en el fondo reflejan la consistencia de la lucha. Me refiero a que en el día a día, como periodistas, nos enfrentamos a la negación de acceso a la información pública que desemboca, en cierta parte, en el atropello al derecho a la libertad de expresión. A pesar de la existencia de normativa y jurisprudencia nacional que respalda estos derechos, hay todavía muchísima desinformación y desconocimiento en las personas que laboran en las instituciones públicas, desde gobiernos locales, hasta organizaciones comunitarias que administran información pública, y más. Entonces la defensa de estos derechos comunicativos es cotidiana y creo que lo seguirá siendo, pero es así, en la consistencia, que cierran las brechas.
¿Cómo has utilizado tu plataforma para visibilizar las problemáticas que enfrentan los periodistas y cómo has inspirado a otros a defender los derechos humanos?
No me considero una persona con una “plataforma”. Pero sí creo que desde que te posicionás en tu vida como una persona defensora de los derechos humanos, estás ya de por sí emprendiendo una lucha diaria. En cada espacio que habités, en cada conversación que tengás, en cada una de tus palabras y pasos, esa defensa debe predominar.
¿Cómo se vive el rol de defensa de los derechos humanos siendo mujer?
Es sumamente retador, sobre todo tomando en cuenta que en la industria de los medios todavía predomina, por mucho, la mirada masculina. Las y los periodistas y los medios de comunicación debemos tener un rol fundamental en la promoción y defensa de los derechos humanos y de la igualdad de género.
Somos, de hecho, agentes de socialización: contribuimos a la construcción de ideas que terminan incidiendo en la formación de la realidad. Y esa construcción puede ser justa y estar más alineada con los derechos humanos si con urgencia logramos que las organizaciones y empresas de comunicación también empiecen a cambiar las estructuras y culturas organizacionales, para que a lo interno, fortalezcamos las relaciones equitativas y, a lo externo, los contenidos y los lenguajes tengan una mirada interseccional y no discriminatoria.
Como nunca antes, tienen la posibilidad de emprender y liderar sin intermediarios canales de comunicación en los cuales plantear su visión de mundo, sus posiciones críticas y alzar su voz en defensa de la humanidad. Y al mismo tiempo, eso representa un riesgo, por las múltiples formas de violencia que se ejercen en lo digital. Por eso, es necesario generar los mecanismos que permitan a las sociedades defender y garantizar su seguridad.
La información no es de las instituciones, sino que le pertenece a las y los ciudadanos.
Tenemos que entenderles muchísimo más. Sentarnos a conversar con ellos y ellas de forma genuina y horizontal para construir juntos los espacios donde también se empoderen de estas luchas y sientan y sepan que su voz sí importa, sí es escuchada y sí incide en moldear sociedades con relaciones equilibradas de poder.